Juan Ñanculef Huiaquinao, historiador mapuche y encargado del Programa Patrimonio Indígena del la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi), se ha encargado de descubrir el conocimiento científico de su etnia. "Hablar de ciencia indígena hoy día es romper un paradigma, es una cosa bastante nueva. A la sociedad, en general, le cuesta entender que los indígenas tengan ciencia", asegura.
El investigador indica que hace unos seis años que se plantea la teoría que de los indígenas tenían una base científica y que utilizaban el mismo método socrático utilizado en la ciencia occidental: observación e inducción. "En la naturaleza está todo dado, sólo se debe observar", dice.
El conocimiento estructurado en mapuzugun se llama "kiwün" y su metodología de aprendizaje es el "inarrumen", la observación permanente y sistemática de la naturaleza, la base de la sabiduría y ciencia mapuche.
Observando, los primeros habitantes del continente ya habían notado la redondez de la Tierra hace más de 8 mil años -para el caso de los mapuches-, determinaron los movimientos de rotación y traslación del planeta y el cambio de estaciones del año. Además, descubrieron y nombraron planetas y constelaciones (ver recuadro). Todo quedó constatado en su propio calendario y en la lengua mapuche, uno de los pocos testimonios del conocimiento de esta etnia, que carecía de escritura.
"Todo conocimiento, los pueblos indígenas lo patentaron poniéndole un nombre propio. Cada cosa que está en nuestra lengua es porque hubo pleno conocimiento de ella. En cambio, si algo no existió o la gente indígena no tuvo conocimiento de ello, entonces no está la palabra en la lengua", explica Ñanculef.
Descubrieron, al menos, cuatro constelaciones (ver recuadro), nombraron las principales estrellas y al planeta Venus, Wüñülfe o Lucero del alba, que servía de reloj a los mapuches en la mañana.
Los ciclos de la Tierra
Según Ñanculef, los conocimientos astronómicos de los mapuches los llevaron a distinguir los movimientos de la Tierra. La rotación (movimiento de la Tierra sobre su eje, que da origen al día y la noche) fue llamada chünküz mapu (redondez de la Tierra) y la traslación (movimiento de la Tierra sobre su órbita que da origen a las estaciones) tüway mapu (giros de la Tierra). Como el resto de los pueblos precolombinos, el conocimiento de estos fenómenos sirvió de base para la creación de su calendario, que indica un año con 364 días exactos, distribuidos en 13 meses (küyen) de 28 días (antü).
Como otros pueblos precolombinos, los mapuches también habían descubierto los solsticios y equinoccios -cuatro en cada hemisferio, ocho en todo el planeta- y los graficaron en una estrella de ocho puntas, similar a la rosa de 8 puntas que tenían los indígenas mesoamericanos. "Este símbolo nos demuestra la sabiduría y ciencia universal de nuestros pueblos indígenas en el Abya-Yala (América), hoy continente americano", dice el investigador.
La estrella octogonal ha sido encontrada en varios petroglifos, es el emblema del pueblo mapuche y tiene varios significados -sagrados y astronómicos- dependiendo del autor, algunos la asocian a la flor del canelo, otros a Venus.
We Txipantü
A la una de la madrugada de hoy comenzó el año 12.476, según el calendario mapuche. Para los indígenas, el inicio de un nuevo año (We Txipantü) está marcado por el acercamiento del sol al hemisferio sur. Este hecho, conocido como solsticio de invierno, está situado por la ciencia occidental el día 21 de junio, pero tarda dos días más en llegar a tierra mapuche, donde es llamado wiñol-txipan-antü (el regreso del sol).
"El 23 es la noche más larga", dice Ñanculef, "durante el solsticio de invierno, el sol deja de avanzar hacia el hemisferio norte, choca en un lugar por ahí, empieza a retroceder y se viene de nuevo al hemisferio sur. Nosotros le llamamos el regreso del sol, que es otra palabra, pero es lo mismo".
Esa noche (según el calendario católico, "la noche de San Juan"), la constelación que los mapuches llamaron Gaw Poñü (papas arrumadas), "cae literalmente al mar", dice el investigador, refiriéndose a que debido al movimiento de la Tierra sería posible ver cómo el grupo de estrellas se pierde en el horizonte. Entonces comienza la celebración (ver recuadro), que es la renovación del compromiso y la relación del mapuche con la naturaleza.
"Es el período en que la Tierra inicia un proceso de renovación de sus energías donde el agua, como uno de los principales elementos del mogen che (vida de la gente), adquiere principal relevancia para una nueva etapa de producción, para que las plantas empiecen a brotar y la sabia de los árboles a funcionar después del letargo del rimügen u otoño", explica Ñanculef.
Faceta científica
Según el investigador, la faceta científica mapuche es desconocida, principalmente, porque la cultura occidental es "hegemónica, estructuralista, cuadrada" y aunque durante la colonización aprendieron mucho de los indígenas, con el tiempo los hicieron a un lado.
"Lo único que tratan de hacer es mostrar su ciencia, su conocimiento y menospreciaron la oportunidad más grande que tuvieron de formar una sociedad intercultural. Yo creo que tenemos que romper muchos paradigmas para llegar a equivaler nuestra ciencia con la ciencia occidental", dice.
Calendario mapuche
El calendario mapuche, dibujado en el kultrún, establece un año de 364 días, distribuidos en 13 meses de 28 días cada uno.
En él se puede distinguir los solsticios y equinoccios. Las estaciones, para los mapuches, tienen distinta duración, las más largas son el invierno (pukem) y el otoño (rimü) que duran 4 meses cada uno y la más corta es el verano (walüng). La primavera (pewü), el período de verdor y los brotes, dura tres meses.
El investigador indica que hace unos seis años que se plantea la teoría que de los indígenas tenían una base científica y que utilizaban el mismo método socrático utilizado en la ciencia occidental: observación e inducción. "En la naturaleza está todo dado, sólo se debe observar", dice.
El conocimiento estructurado en mapuzugun se llama "kiwün" y su metodología de aprendizaje es el "inarrumen", la observación permanente y sistemática de la naturaleza, la base de la sabiduría y ciencia mapuche.
Observando, los primeros habitantes del continente ya habían notado la redondez de la Tierra hace más de 8 mil años -para el caso de los mapuches-, determinaron los movimientos de rotación y traslación del planeta y el cambio de estaciones del año. Además, descubrieron y nombraron planetas y constelaciones (ver recuadro). Todo quedó constatado en su propio calendario y en la lengua mapuche, uno de los pocos testimonios del conocimiento de esta etnia, que carecía de escritura.
"Todo conocimiento, los pueblos indígenas lo patentaron poniéndole un nombre propio. Cada cosa que está en nuestra lengua es porque hubo pleno conocimiento de ella. En cambio, si algo no existió o la gente indígena no tuvo conocimiento de ello, entonces no está la palabra en la lengua", explica Ñanculef.
Descubrieron, al menos, cuatro constelaciones (ver recuadro), nombraron las principales estrellas y al planeta Venus, Wüñülfe o Lucero del alba, que servía de reloj a los mapuches en la mañana.
Los ciclos de la Tierra
Según Ñanculef, los conocimientos astronómicos de los mapuches los llevaron a distinguir los movimientos de la Tierra. La rotación (movimiento de la Tierra sobre su eje, que da origen al día y la noche) fue llamada chünküz mapu (redondez de la Tierra) y la traslación (movimiento de la Tierra sobre su órbita que da origen a las estaciones) tüway mapu (giros de la Tierra). Como el resto de los pueblos precolombinos, el conocimiento de estos fenómenos sirvió de base para la creación de su calendario, que indica un año con 364 días exactos, distribuidos en 13 meses (küyen) de 28 días (antü).
Como otros pueblos precolombinos, los mapuches también habían descubierto los solsticios y equinoccios -cuatro en cada hemisferio, ocho en todo el planeta- y los graficaron en una estrella de ocho puntas, similar a la rosa de 8 puntas que tenían los indígenas mesoamericanos. "Este símbolo nos demuestra la sabiduría y ciencia universal de nuestros pueblos indígenas en el Abya-Yala (América), hoy continente americano", dice el investigador.
La estrella octogonal ha sido encontrada en varios petroglifos, es el emblema del pueblo mapuche y tiene varios significados -sagrados y astronómicos- dependiendo del autor, algunos la asocian a la flor del canelo, otros a Venus.
We Txipantü
A la una de la madrugada de hoy comenzó el año 12.476, según el calendario mapuche. Para los indígenas, el inicio de un nuevo año (We Txipantü) está marcado por el acercamiento del sol al hemisferio sur. Este hecho, conocido como solsticio de invierno, está situado por la ciencia occidental el día 21 de junio, pero tarda dos días más en llegar a tierra mapuche, donde es llamado wiñol-txipan-antü (el regreso del sol).
"El 23 es la noche más larga", dice Ñanculef, "durante el solsticio de invierno, el sol deja de avanzar hacia el hemisferio norte, choca en un lugar por ahí, empieza a retroceder y se viene de nuevo al hemisferio sur. Nosotros le llamamos el regreso del sol, que es otra palabra, pero es lo mismo".
Esa noche (según el calendario católico, "la noche de San Juan"), la constelación que los mapuches llamaron Gaw Poñü (papas arrumadas), "cae literalmente al mar", dice el investigador, refiriéndose a que debido al movimiento de la Tierra sería posible ver cómo el grupo de estrellas se pierde en el horizonte. Entonces comienza la celebración (ver recuadro), que es la renovación del compromiso y la relación del mapuche con la naturaleza.
"Es el período en que la Tierra inicia un proceso de renovación de sus energías donde el agua, como uno de los principales elementos del mogen che (vida de la gente), adquiere principal relevancia para una nueva etapa de producción, para que las plantas empiecen a brotar y la sabia de los árboles a funcionar después del letargo del rimügen u otoño", explica Ñanculef.
Faceta científica
Según el investigador, la faceta científica mapuche es desconocida, principalmente, porque la cultura occidental es "hegemónica, estructuralista, cuadrada" y aunque durante la colonización aprendieron mucho de los indígenas, con el tiempo los hicieron a un lado.
"Lo único que tratan de hacer es mostrar su ciencia, su conocimiento y menospreciaron la oportunidad más grande que tuvieron de formar una sociedad intercultural. Yo creo que tenemos que romper muchos paradigmas para llegar a equivaler nuestra ciencia con la ciencia occidental", dice.
Calendario mapuche
El calendario mapuche, dibujado en el kultrún, establece un año de 364 días, distribuidos en 13 meses de 28 días cada uno.
En él se puede distinguir los solsticios y equinoccios. Las estaciones, para los mapuches, tienen distinta duración, las más largas son el invierno (pukem) y el otoño (rimü) que duran 4 meses cada uno y la más corta es el verano (walüng). La primavera (pewü), el período de verdor y los brotes, dura tres meses.