Vecin@s de #cerronavia Apoyemos a Michelle Bachelet 17 de Noviembre.: junio 2010

Lograr que los hijos se coman toda la comida, vayan a dormir a la hora establecida o que se bajen del columpio cuando se da por finalizada la hora de juegos puede convertirse en una batalla perdida para muchos padres. Son aquellos que temen actuar con autoridad, hacer cumplir las normas y establecer sanciones. O, peor aún, que no saben hacerlo.

Suena como algo aislado, pero no son pocos los casos. Según la Encuesta Nacional de Primera Infancia (Enpi), realizada en Chile por la Junji, Unesco y Unicef, un 55% de los padres consultados afirma que el problema más recurrente es regular la conducta de su hijo, seguido con un 53% que reconoce dificultades para poner y hacer cumplir las normas.

El porcentaje es alto. De hecho, Francisca Morales, sicóloga, consultora de Unicef y colaboradora en este estudio, reconoce estar preocupada, aunque no sorprendida. "No me sorprende, por esta sensación de que los papás dejan hacer y después se ponen autoritarios. Ahí falta repertorio conductual: primero se ponen las reglas y después se sanciona. Pero los papás pasan derecho a la sanción, porque la norma o no existe o no es clara", explica (ver recuadro).

Múltiples causas

Para Rosa Blanco, investigadora de la Unesco y participante del estudio, los padres adolescen de conocimientos sobre cómo abordar la crianza de sus hijos, lo que les impide realizar un adecuado ejercicio de autoridad. "Tiene que ver con una falta de formación. Los padres necesitan orientación sobre el desarrollo de los niños y cómo poner los límites", dice.

La encuesta refleja este fenómeno: un 50% de los padres afirma que requieren mayor información sobre el establecimiento y cumplimiento de las normas, seguido por un 49% que dice necesitar más conocimientos sobre regulación de la conducta.

Hay, además, un contexto que no les favorece. Los niños tienen cada vez más necesidades o expectativas y a los papás les resulta demasiado ingrato frustrarlos, expone Francisca Morales. "Que los padres les digan 500 veces que no, no les ayuda a generar autoridad. Eso debería pasar circunstancialmente y a nadie le gusta ese tipo de relación", explica.

La sicóloga tiene otro punto: la incorporación del discurso de los derechos de la infancia. "No se debe malentender con que los niños pueden hacer lo que quieran. Eso tiene que ver con garantizarles las condiciones básicas para su desarrollo", dice Morales. Y la autoridad está dentro de las cosas que un niño necesita para desarrollarse. "No el autoritarismo ni el maltrato, sino la autoridad", recalca Morales.

María José Becerra, economista de la U. de Chile y jefa de proyecto Enpi, agrega otro punto que dificulta la aplicación de las pautas de crianza: la desigual distribución de las labores al interior del hogar. "Hoy, como ayer, las madres siguen siendo las responsables de preparar la comida (70%), bañar y acostar al niño (77%), por tanto, sigue reproduciéndose una desigual redistribución de las responsabilidades parentales. Con esto es imprescindible resituar el debate de la corresponsabilidad padre - madre desde la gestación hasta los seis años de vida", concluye.

Cómo poner los límites

No corras dentro de la casa, la hora de acostarse es a las ocho de la noche y la TV se apaga a las siete. El repertorio de normas que los padres ponen a sus hijos puede ser eterno. "Diversos estudios dicen que en una hora de interacción, el 80% del tiempo los padres se dedican a dar órdenes y reglas y sólo un 20% a elogiar los logros de sus hijos. Esa proporción debiera ser al revés", dice Javiera Navarro, sicóloga y académica de la Universidad Alberto Hurtado.

Según la especialista, los padres debieran elegir cinco o 10 normas fundamentales, cuyo cumplimiento debe ser seguido con consistencia. Cuando las reglas sobreabundan, los padres comienzan a fallar en exigir su cumplimiento y los hijos aprenden que existen reglas que pueden no ser cumplidas y no se producirán consecuencias. Por esto, los padres también deben ser claros en explicar que existen sanciones si se quiebra la norma, las cuales, en todo caso, seben ser porporcionales a la falta cometida por el niño.

"Para su equilibrio y bienestar los niños necesitan límites y debemos ayudarlos a ver los límites", concluye Rosa Blanco, de Unesco.